Mi historia

Comencé a coleccionar papeles de carta en 1984. En esa época, vaya una a saber cómo, se había puesto de moda entre las nenas de primaria. En mi casa tenía uno o dos juegos que me habían regalado, y que no había usado más que para escribirle a los Reyes o a mamá y papá en sus respectivos días; con ellos empecé a cambiar y me introduje en la tendencia del momento. En cada recreo sacábamos al patio las carpetas con los repetidos para cambiar, aunque al principio eran (éramos) varias las que, por tener pocos papeles, teníamos todos juntos en una sola carpeta, entonces al elegir papeles de otra chica era preguntar siempre "¿éste lo cambiás?" y según su respuesta lo elegías o lo dejabas pasar obligada y con toda la bronca, porque claro, los que "no cambiaban" eran siempre los más lindos. A veces si era un papel que queríamos mucho seguían ruegos y ofertas generosas (cambiarlo por dos, por tres) para tratar de conseguirlo. Casi nunca funcionaba. Yo fui una de las primeritas en dejar los papeles "de la colección" en casa y llevar a la escuela sólo los repetidos: menos frustración para la compañera, menos estrés para mí.

Abajo a la derecha se pueden apreciar restos de la espiral
 del cuaderno de donde vino este "papel de carta" (clic para agrandar)

Aún empezando con poquito no era difícil aumentar la colección en poco tiempo. Por un lado, el furor del pasatiempo hacía que hubiera muchos papeles disponibles en las librerías, jugueterías y hasta kioscos. Por otro, éramos chiquitas y carecíamos de criterio: lo mismo se cambiaban papeles de carta que hojas de cuadernos decoradas, papeles de carta hechos en casa, o se aparejaba cualquier papel con cualquier sobre (práctica deleznable que lamentablemente también cometieron más de cuatro distribuidores profesionales).  Los papeles más codiciados o caros se cambiaban sólo por los de la misma marca o colección, o bien por dos conjuntos "comunes". Cambiar con chicas más grandes implicaba cierto riesgo de ser estafada, pero también cambiarle a las más chiquitas era casi certeza de estafarlas con éxito.

Este conjunto se lo cambié a una nena dos años más chica
que yo por uno que en comparación era una caca.

La moda de coleccionar papeles de carta duró apenas unos dos años. Para el '86 ya éramos pocas las que seguíamos llevando los papeles al colegio, y un año después me encontré sola en el ramo. Los años siguientes fueron duros. Además de no poder cambiar con nadie, casi no había papeles que comprar: los nacionales porque ya no tenían mercado, los importados (que eran mayoría) porque la importación de casi todo estaba cerrada.
A principios de los '90 hubo otra oleada de papeles, esta vez casi en su totalidad importados de Taiwan, y pocos de buena calidad. Mucho tiempo después me enteré que en esa época hubo una nueva ola de fiebre papelera en los patios escolares, pero yo ya era una asalariada y seguía sin nadie para cambiar. Para ese entonces, por suerte, había descubierto otro hobby, la amistad por carta, que me proveía de una excusa válida para comprar papelitos: una vez separado un papel y un sobre del set para La Colección, el resto los usaba para escribir a mis penpals. En el medio hubo colecciones heredadas de mi prima y un par de amigas q no juntaban más, algún intercambio esporádico con algunos de mis corresponsales, e incluso un pago en especias (papeles, en este caso) por una pequeña traducción que hice para la empresa donde trabajaba una de esas penpals. Pero por lo demás, la colección avanzó a paso de correo de superficie.

Uno de los papeles que "cobré" por la traducción

El hecho de no tener otra gente con quien intercambiar condicionó también el tipo de cosas que podía comprar, sobre todo a medida que fui dejando de "acumular" amigos postales y seguí carteándome sólo con un puñado de gente. La mayoría de los sets traen la misma cantidad de hojas que de sobres, o dos hojas por sobre, y mis cartas siempre eran (son) más largas que eso. Además, muchos de los papeles más bonitos son más bien pequeños, o lo son sus sobres, con lo cual no son prácticos para mandar una carta de verdad. En algunos casos los sobres no llegan a la medida mínima admitida por el correo, y encima en Argentina, donde el correo no funciona como debería, mandar cartas en sobres bonitos es más o menos como pasearse por Fuerte Apache de trajecito Chanel y joyas. O sea que terminé limitándome a comprar casi exclusivamente blocs de papeles sin sobres. 


Cuando me fui de Argentina, en 2004, los casi mil papeles que tenía entonces quedaron en casa de mi mamá. Primero en Barcelona, después en Alemania, seguí comprando blocs decorados para escribir a mis penpals, siempre guardando una hojita. Cada tanto, si encontraba uno tan lindo que no me podía resistir, juegos de papel con sobre también.  Los fui poniendo en una carpeta con folios, como había hecho siempre. Eran poquitos, pero tan lindos. 


Al poco tiempo de llegar a Alemania, a raíz de un comentario de una penpal sobre un grupo de Yahoo! al que pertenecía, se me ocurrió buscar a ver si no habría alguno de gente que, como yo, coleccionara papeles de carta. Yo ya pertenecía a varios -de tortugas, de jóvenes catalanes, de Harry Potter- pero nunca se me había ocurrido buscar por ese lado. ¡Y lo encontré!


El primer grupo al que me uní, Papeisdecarta,  tiene base en Brasil, país donde las colecionadoras de papeles de carta son legión. Al principio quedé flipando: se hablaba de montañas de marcas y colecciones de las que yo no tenía ni idea, cambiaban por un sistema de puntos del que yo jamás había oído hablar... Fue como creerse que sabés astronomía por leer la Muy Interesante, que te larguen en medio de la Nasa y darte cuenta de que sos una pichichi. Pero las chicas me recibieron de brazos abiertos y en poco tiempo estaba cambiando papeles de nuevo, por correo. A falta de la carpeta en el patio del colegio,en el siglo XXI las repetidas se muestran en álbumes de fotos online. En tres meses tenía más de 300 papeles nuevos. Ese mismo año 2007, en mi primer viaje a la Argentina desde que estaba en Europa, me traje mi colección "vieja". La reclasifiqué y reconté toda. 


Desde entonces conocí, me suscribí a (y me borré de) otros grupos, brasileños e internacionales. Modero dos. El año pasado se formó un grupo español, después de una año y medio de tímidos intentos al respecto. Las tiendas online permiten conseguir papeles que antes sólo estaban disponibles si algún conocido viajaba. Ebay pone a nuestra disposición papeles mucho más viejos de lo que nuestra definición de "antiguo" abarca. 

Papel alemán de los '60
Durante todos los años de sequía, es incluso a día de hoy, cada vez que menciono mi colección (no hay que callárselo, siempre puede haber alguien que quizás tiene un par de sets arrinconados esperando un nuevo hogar) no falta quien acote "aaahh eso hacían las nenas cuando yo era chico/a" - o algún comentario del mismo estilo. Pues no, señores y señoras. Coleccionar papeles de carta no es algo que hacían las nenas. Es un hobby hermoso que hacemos, en presente, mujeres de todo el mundo y de todas las edades. Muchas empezamos de nenas, y llevamos en esto toda una vida. Otras empezaron de grandes. Varias tienen hijas, y algunas hasta nietas, que están empezando a coleccionar.  Ya no somos nenas en el patio del colegio. Somos Coleccionistas. Somos amantes de las pequeñas cosas bellas, y cada papel es una pequeña obra de arte. Muchos de ellos tienen una historia, un significado, un valor agregado, el recuerdo afectuoso de la persona que nos lo dio, la estética de una era, la impronta de un viaje, la nostalgia de un tiempo donde las cartas se escribían sobre un papel elegido con tanto cariño como el que ponemos en cada papel y cada sobre de cada una de nuestras colecciones. 

¿Y vos? ¿Cuál es tu historia con los papeles? 

1 comentario:

Anny9572 dijo...

Hola que gusto encontrar a alguien con esta pasión la misma que yo tenia de pequeña, ya no compró esas cartas la verdad ya o hay donde encontrarlas en Perú, posiblemente en algún lugar muy recóndito pueda encontrarlas, es una tarea por hacer.